LA INTERPELACIÓN FEMINISTA de Luna Follegati

Una de las demandas más explícitas e históricas de los movimientos feministas tiene que ver con el acceso al espacio público y político. Desde el sufragismo hasta el feminismo radical, apelan por la igualdad de las mujeres, denunciando su exclusión explícita. El feminismo se ha articulado entonces, en relación a una serie de problemáticas que buscan subvertir la condición de opresión y subordinación de las mujeres,  fomentando la conciencia pública y social en torno a situaciones como la violencia de género, el aborto, la feminización de la pobreza, las brechas políticas, la inequidad laboral, etc.

Hoy en día las mujeres en el mundo occidental, gozan de una presencia real en el espacio público. Cimentado por el ingreso al contexto laboral, el siglo XX se encargó de convertir la mano de obra femenina en un enclave propicio para el fortalecimiento del sistema económico: las mujeres somos igual de productivas. Por otra parte, su acceso a los puestos y partidos políticos evidenció que el orden democrático y capitalista no sufriría mayor desbarajuste. Más bien, reluciría de mejor manera la insignia igualitaria de un sistema que continuaba perpetuando inequidades, explotaciones y muertes. Ambos factores –el laboral y el político- fueron suficientes para que el orden hegemónico apelara a la clausura de la demanda feminista, siendo por cierto olvidada y relegada por los distintos sectores políticos y sociales.

En este sentido, preguntarse por la igualdad de las mujeres y su posición subordinada en el actual escenario, parecería una disyuntiva retórica, un alegato casi inconsistente. Sin embargo, las cifras de femicidios, índices de pobreza, cesantía y precarización laboral[1], dan la respuesta señalando la inequidad en relación a los hombres. Como quizás dirán muchos compañeros politizados, militantes y activistas de distintos movimientos, el feminismo actualmente se subsume dentro de una problemática mayor: el capitalismo y su aparataje político democrático. Y es cierto, anclar la lucha feminista en un escenario económico es real en la medida que apelamos de igual manera a relaciones sociales basadas en la reciprocidad, solidaridad e igualdad, desvinculadas del ámbito económico que hoy impregna en las sociedades neoliberales.

Entonces, ¿cuál es la vigencia del feminismo? Desde una perspectiva de izquierda, el feminismo no sólo debe ser parte de las retóricas académicas, institucionalizadas, sino también de la lucha diaria, militante y organizada. Los movimientos sociales que en el Chile democrático se inauguraron a partir del 2011, nos llaman a reivindicar esas otras formas de lucha. Me refiero a otras formas apelando al feminismo no como un espacio sectario, excluyente de participación, sino más bien a una forma de construcción social cuya mirada se basa en la denuncia y resistencia a las formas de poder discriminatorias que se sustentan en la diferencias: sexual, social y étnica, entre otras.

La vigencia del feminismo en la actualidad apunta a la democratización de los espacios políticos, sociales e institucionales. Denunciando el contexto cultural actual donde se naturaliza la diferencia sexual, como también al sistema patriarcal en tanto eje estructurante de las divisiones sexuales y sociales. Para las izquierdas, prolongar una lectura que minimice, excluya, infantilice o estereotipe al feminismo es continuar con un análisis que perpetúa las inequidades en todas sus esferas. Esto lo podemos reconocer en una serie de aspectos, que es necesario profundizar y levantar desde el feminismo:

  • La transformación de la sociedad desde un punto de vista libertario apela a la lucha por abolir todo tipo de dominación, reconociendo que los/as sujetos/as de estas luchas son los/as trabajadores/as y el movimiento popular en general. El feminismo desde tales esferas no será necesariamente un elemento subsidiario a la lucha de clases, sino que un genuino complemento al estar las mujeres –junto con otros grupos sexuales- en una condición de explotación, y al ser parte vital de la transformación social. El binarismo con que la izquierda ha leído el problema del género y la clase, habla también del machismo implícito en las organizaciones de izquierda: muchas veces se circunscribe el feminismo como una lucha secundaria, apostando a la ‘pelea mayor’. Reformular esta lectura mediante la autoformación, organización y activismo desde el feminismo no es sólo una tarea, sino que una urgencia para los movimientos sociales.
  • La masculinización de la política implica que se establezcan ciertos códigos, formas y vicios de hacer la política. Para el feminismo, no existe una forma de hacer política, sino que por el contrario, la forma históricamente de hacer política está basada en la estructura patriarcal que impera en las sociedades. Transformar dichos vicios implica reformular los espacios desde donde se toman las decisiones, apuntando a las camarillas políticas, egocentrismo y autoritarismo que domina en todo espacio organizativo que carezca de un proceso horizontal en la toma de decisiones. La lucha contra la masculinización de la política no significa necesariamente que las mujeres tomen la voz, sino también que su voz represente la exclusión, en la medida que ellas puedan, -en la práctica- resistir y subvertir las inequidades y exclusiones que se reproducen en los sistemas organizados.
  • El feminismo debe dejar de ser un movimiento sólo de mujeres. Si bien somos nosotras quiénes podemos vivenciar la condición subalterna en la que nos encontramos, el sistema patriarcal y el sistema sexo-género, enclaustran y restringen las posibilidades de los grupos de GLTTB[2], y los hombres. Estos últimos, -sobre todo en los ambientes de izquierda- continúan con el ‘deber ser’ que cimenta la masculinidad hegemónica. Este concepto, desarrollado por los estudios de género, apunta a un modelo de identidad que poseen los hombres en las sociedades occidentales. Su caracterización en como varones heterosexuales, sexualmente activos, desvinculados de las tareas del hogar y poco conectados con sus emociones, son rasgos que llevan no sólo a una clausura de su masculinidad, sino que también a la resaltar situaciones como la homofobia y la huída de todo rasgo reconocido como femenino. Es por ello que el feminismo en la actualidad debe no solamente incluir a compañeros en la luchas, sino que también fomentar el desarrollo de análisis en relación a la condición del ‘ser hombre’ en los espacios sociales actuales.
  • Un último aspecto que me interesa resaltar, tiene que ver con la necesidad de extraer hacia el mundo popular la lectura de la perspectiva de género afincada en el aparato institucional universitario. El desarrollo de los estudios de género en los últimos veinte años ha desplegado una importante cantidad de conocimiento vinculado a una enorme multiplicidad de áreas: salud, violencia, educación, queer, trabajo, filosofía, masculinidades, etc. Sin embargo, a la par de los procesos institucionalización de las demandas sociales, la perspectiva de género se ha ido cada vez alejando más de los sectores no académicos. Por ello, el feminismo como lucha real y contingente, debe saber utilizar los conocimientos y avances, propiciando una ‘bajada’ del conocimiento utilizando, de forma práctica, sus aportes. Cabe señalar que el género de por sí no representa la instrumentalización del feminismo, sino que más bien apunta a una lectura analítica de las construcciones político-sociales basadas en la diferencia sexual.

La vigencia del feminismo, hoy día, es la vigencia del movimiento social en general. Es la apertura para la inclusión de más personas en una lucha revolucionaria cuyo objetivo sea la transformación de la sociedad en todos sus planos. La vigencia de los feminismos es hoy, más que nunca, una prioridad y urgencia revolucionaria.

Luna Follegati
Licenciada en Historia de la Universidad de Chile
Magister en Comunicación Política de la Universidad de Chile
Doctorando en Filosofía Política de la Universidad de Chile
Militante La Alzada – AFL

[1] Ver Encuesta Casen 2009, donde se despliegan una serie de cifras al respecto.

[2] Gays, Lesbianas, Travestis, Transexuales y Bisexuales.

DISIDENCIA SEXUAL Y MILITANCIA POLÍTICA por Joaquín Romero

“Ante el vértigo apocalíptico de la posmodernidad, la feroz incomunicación, la falta de lazos verdaderos , la creciente orfandad de los proyectos comunitarios, el exacerbado culto a si mismo, el imperio de la maquina sobre el ser , solo nos salvaremos por los afectos , puesto que tengo la convicción de que los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana”

Ernesto Sábato

Elaborar una reflexión en torno a qué rol le cabe a la disidencia sexual dentro de la practica política anarquista o libertaria  es un desafío no menor. Esto porque, al igual que el resto de las tradiciones políticas de la izquierda revolucionaria, los libertarios no han estado exentos muchas veces y durante largo tiempo de posiciones bastante conservadoras y reacias a aceptar las diversas expresiones de la sexualidad, ya sea como parte tanto del movimiento político como de la clase trabajadora. No olvidemos las publicaciones de la denominada “Revista Blanca” o las investigaciones  del médico anarquista Marañón ,  o los programas de la Ministra Federica Montseny durante la Guerra Civil Española, que si bien cambiaban el foco desde el que se analizaba la homosexualidad en ese entonces -desde una perversión que debía ser castigada por una enfermedad que nos provocaba compasión y que era susceptible de ser curada-, dicho enfoque no evitó experimentos con homosexuales tales como trasplante de genitales o tratamientos psiquiátricos, así como el intento de implementación por parte de la CNT de “sanatorios de homosexuales”. Todo lo anterior en concordancia con el discurso oficial de la época, que esbozaba a la homosexualidad o a las sensibilidades sexuales diversas como desviaciones pequeño-burguesas, enfermedades producto de la degeneración que el capitalismo provocaba en las clases obreras y que sería extirpada una vez que los trabajadores se hicieran para sí de los medios de producción.[1]

Sin embargo, al ser también el anarquismo y las prácticas políticas libertarias una sucesión de ideas bastante dinámicas, es que también se alzaron desde estas trincheras las voces disidentes y que se atrevieron, desde su opción sexual o su apoyo abierto a las mismas, construir una política clasista y encarar la militancia política. Hago referencia por ejemplo a  Lucía Sánchez Saornil, fundadora de la organización Mujeres Libres, militante de la CNT, lesbiana y activa luchadora de la guerra civil española contra el fascismo; los intelectuales anarquistas estadounidenses, Goldman y Berkman; o el colectivo homosexual anarquista alemán Der Eiger, entre otros. Si nuestra tradición política libertaria hoy asume casi per se estas posturas de avanzada, como parte de su proyecto político, se debe en base a estos compañeros y compañeras.

No esbozo estas palabras para hacer una catarsis colectiva, e inmovilista, de las carencias actuales de los movimientos de liberación sexual y de la disidencia sexual solamente denunciando la intolerancia o estableciendo cánones de inserción de las afectividades sexuales diversas, basados solamente en la victimización, sino que por el contrario, pretendo orientar esta exposición delineando de manera general una apuesta de inserción política y social de estas prácticas, puesto que pese a  todo, el desafío por construir una política de género libertaria sigue siendo una deuda pendiente de nuestro sector. Porque como disidentes sexuales y militantes políticos libertarios hemos decidido situar nuestra sensibilidad sexual como resultado de lucha de clases, es que salimos a la batalla. Luchamos por la liberación de nuestros cuerpos y deseos, así como de nuestras expresiones sexuales diversas.  ¿Por qué además asumir dicha construcción desde una perspectiva feminista? Porque debemos hacer causa común con aquello que finalmente es el mismo enemigo, la cultura heteronormativa y patriarcal, producida por, durante y para el capitalismo, ante cuya superación, desde el frente de la lucha de género, hace imprescindible la unificación de fuerzas. ¿Por qué esta política debe ser  libertaria? Porque en la apuesta de situarnos políticamente entendemos que la sociedad se encuentra estructurada en clases sociales y cuya superación solo será posible en la medida que seamos capaces de reapropiarnos de de nuestro trabajo, y consecuentemente, reapropiando los espacios de expresión y participación popular en la cultura, la economía, el territorio y la sexualidad, mediante la acción directa de todas los y las oprimidos y explotados.

Es momento de pensar una disidencia sexual verdaderamente crítica. Ante el reconocimiento de un enemigo, reconocemos una solución, la disolución de la sociedad de clases y la abolición del Estado. Como anarquistas no logramos [F1] separar  ambos puntos. Sin embargo, estas disidencias sexuales  no deben ser pensadas como las eternas excluidas de la problemática capitalista [F2] y de la lucha de clases. La condena impuesta a la homo y transexualidad es producto de la inmaculada autoridad que funciona con la precisión del reloj: la ideología transforma la ciega autoridad en ciega obediencia. Luego, toda diferencia se hace una condena que los propios dominados y oprimidos asumen como sacrosanta. La diferencia se hace insoportable por parte de los mismos oprimidos, que al pensarse como excluidos, más bien parecieran escribir su propia tragedia. Una militancia que intente luchar en cada lucha “microfísica” hará inabarcables las infinitas diferencias. El problema sigue siendo la dominación en que nos sumerge el trabajo enajenado y su inherente verticalidad autoritaria.

El gran éxito del capitalismo neoliberal ha sido su capacidad para complejizar de tal manera su estructura productiva que hace posible la disgregación de a la clase oprimida, generando en su seno intereses contrapuestos. La clase enfrentada a la clase cae, hoy, fácilmente en la confusión y en el conformismo posmoderno, cayendo en las lógicas de su irracional ideología. Al sentido común de la posmodernidad se le hace difícil, por no decir, imposible, pensar en una salida real a la maquinariajurídica, servil a los intereses de las clases dominantes, en tanto espacio legitimado para resolver la conflictividad social, donde es posible contener todo indicio de malestar y a la vez normativizar las relaciones sociales acorde a su proyecto de clase.  Y cuando llega a figurarse una salida, esta es sólo aparente, y se presenta en forma de resistencia, sin capacidad crítica frente al poder que la somete, o más bien, su crítica llega allí donde termina el cuerpo, pero es impotente cuando comienza el fenómeno social de su producción. Esa resistencia depende del poder que la constituye para poder existir, no sabe qué lugar ocupar en la ofensiva.

Ante este nivel de dispersión es necesario centrar el campo de la acción revolucionaria y esbozar su apuesta estratégica, para subvertir el orden imperante. Resulta esencial para determinar de qué medida la disidencia sexual pasa a formar parte de esta construcción.  Una política de género que no se haga parte de la acción revolucionaria con un enfoque clasista no sólo carece de perspectiva para enfrentar al patriarcado, sino que también carece de estrategia para superarlo. A diferencia de lo que pregonan las teorías posmodernas, no pretendemos, al tener una política de clase, sostener que el sujeto revolucionario es un ente monolítico al cual pretendemos asimilarnos lisa y llanamente; sino que, al ser productos de un sólo poder, el sujeto debe ser abordado como un elemento complejo y diverso, pero sometido a los mismos mecanismos, y por lo tanto, capaz de ser pensado concretamente. Sólo una acción revolucionaria que entienda aquella pluralidad de intereses, va a ser efectiva para levantar una causa común contra el sistema capitalista y la dominación burguesa y, por tanto, capaz de revertir esta situación a favor de nuestro pueblo.

Por esto último nos vemos obligados a reclamar por una transformación social que no puede esperar el futuro prometido posterior a aquel supuesto momento apocalíptico con que algunos se imaginan la revolución. La acción revolucionaria se mide por su capacidad de liberación.  Las relaciones cotidianas y domésticas, en cuanto espacios de sometimiento, son esenciales en  las reivindicaciones concretas que dotan de unidad y contenido a las organizaciones políticas y que permiten vislumbrar una alternativa al sistema económico y político imperante. Los revolucionarios no podemos limitarnos a visibilizar vagamente nuestro horizonte estratégico de emancipación humana solamente con un ideal abstracto si no somos capaces de en, el presente, a la par que damos la lucha política, ir generando desde nuestras prácticas cotidianas una nueva forma de relación social horizontal, que nos permita ir construyendo en el presente la sociedad futura que queremos vivir.

Es acá donde debe insertarse la acción política de la disidencia sexual, que genere en el presente una práctica sexual y afectiva emancipadora que nos permita reapropiarnos de nosotros mismos, de nuestros cuerpos y de nuestra relación con los otros. Práctica sexual y afectiva que sea la base para construir en el presente relaciones libres, cuya perspectiva sea articular tanto aquellas expresiones marginadas dentro de las clases explotadas y oprimidas, cómo insertarse tanto social, política  y culturalmente en sus luchas.

La disidencia sexual libertaria, debe apostar por volver a poner en el centro la re-valorización del ser humano como un ser susceptible de ser amado y de relacionarse afectivamente de manera autoconsciente y libre de todas las imposiciones que la cultura burguesa, la banalización y fetichización mercantil del cuerpo y el patriarcado generan en nuestras vidas, combatiendo arduamente estas expresiones.

La disidencia sexual es política en cuanto es capaz de articular las diversas sensibilidades sexuales en pos de un programa de clase, de una inserción concreta en la lucha cotidiana de la clase trabajadora y oprimida, de los hombre y mujeres contra el sistema capitalista, evidenciando que una institucionalidad que consagra la desigualdad no podrá jamás consagrar derechos para una minoría sin incorporarla como parte del proyecto burgués. La acción directa que busca la reapropiación de nuestra vida no puede limitarse sólo a la satisfacción del deseo mediante la reapropiación del cuerpo, si no es, a su vez, acompañada de la acción directa contra el capital y el Estado. Pensamos con la convicción de que nada podemos ganar si no se ataca aquello que produce nuestros deseos y lo recubre con la espiritualidad de una eterna naturalidad; si no derribamos la autoridaddel trabajo enajenado.

La acción política sexual también debe criticar aquellas expresiones que, desde una supuesta marginalidad y una reapropiación supuestamente política de sus cuerpos, se estancan en la mera forma de sus discursosestéticos y nos presentan la abstracción de la lucha. Se encierran en sí mismos combatiendo un fantasmagórico e invisible poder con posturas sexuales intrépidas, mas no con una estrategia revolucionaria efectiva, pretendiendo romper toda ligazón con el mundo que nos rodea y relativizando la lucha de clases al punto de convertirse solamente en un liberalismo de avanzada, atacando la identidad de la clase trabajadora; apostando por instalar, mediante una violencia simbólica sutilmente instalada, una postura iluminista y vanguardista de lo que debe ser la sexualidad (como es el caso del llamado pornoterrorismo) y no comprometerse con una construcción colectiva  de la misma.

La reapropiación de nuestros cuerpos frente a la dominación no puede asumir solamente un cariz individual, sino que debe ser un acto colectivo, una batalla moral, social y política, por revalorizar la sensibilidad humana, la creación y la sexualidad frente a una cultura de consumo y mercantilización que hace del ser humano un objeto vacío de deseo. El pueblo ya es lo que nosotros queremos que sea, y como militantes anarquistas debemos ser siempre defensores de una praxis de construcción y emancipación horizontal, no de imposiciones que buscan forzar el espíritu más allá de sí mismo con determinadas praxis autoritarias.

De la misma manera que queremos mostrar al resto de los militantes de la izquierda revolucionaria que una política de clase sin una perspectiva de género carece de perspectiva, le decimos a los posmodernos, revolucionarios estéticos y liberales de avanzada, que una política de género sin perspectiva de clases carece de  una estrategia para superar la actual estructura de dominación

Somos revolucionarios, disidentes y feministas, porque queremos reapropiarnos del mundo de una vez y para siempre. Nuestra acción disidente sexual es una puerta que abrimos para ser llenada de contenido y que sea el pueblo, sin imposiciones, la que en sus prácticas cotidianas pueda lograr relacionarse en reciprocidad cuando construye política revolucionaria. Si queremos como revolucionarios apostar por construir una fuerza social con capacidad de disputa, debemos entender que la creación de poder popular, sin mediación de políticas institucionalizadas o institucionalizantes, resulta fundamental en la lucha contra el capital y el estado, así como en la generación de lazos solidarios entre género y entre clase.

Joaquín Romero

Estudiante de Derecho Universidad de Chile

Militante de La Alzada AFL y del Frente de Estudiantes Libertarios.


[1]  Para mayor información leer el Articulo Anarquismo, liberación sexual y homofobia en http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/22329

Aborto libre, gratuito y seguro

Chile es uno de los pocos países que criminaliza el aborto en todas las circunstancias. El aborto terapéutico se legalizó en 1932, sin embargo en 1989 se modificó el artículo 119 del Código Sanitario que lo prohibió en cualquier situación. El año 2012 el proyecto de ley que buscaba legalizar la interrupción del embarazo por riesgo de la vida de la madre, por inviabilidad fetal extrauterina y por violación fue rechazado por dos votos en la cámara alta. Hoy el debate se reabre a raíz de la coyuntura electoral y es tensionado por las noticias comentadas.

Sin embargo, la ilegalidad del aborto es violencia y discriminación del Estado hacia mujeres y niñas, no sólo en caso de violación o inviabilidad fetal, por lo que delimitar la discusión en el marco netamente “terapéutico” cierra el debate sobre causas sociales y otras condiciones que determinan que una mujer opte por el aborto. Ante esta dificultad, entonces podemos re conceptualizar lo terapéutico, pues si lo que busca la terapia es aliviar o sanar los padecimientos físicos y/o psicológicos de las mujeres, entonces es pertinente incluir todo embarazo que no forme parte de sus proyectos de vida. En Chile la capacidad de decisión de las mujeres sobre sus cuerpos y proyectos de vidas no sólo se ve truncada por el aparato jurídico estatal, sino también por la precariedad de la educación sexual, la falta de acceso a mecanismos anticonceptivos, un imaginario cultural que confunde “mujer con madre”, como si fuésemos incubadoras vivas al servicio de la sociedad, entre otras causas que no permiten a las mujeres vivir la sexualidad y el placer de una manera responsable y consciente.

El problema del embarazo adolescente o no deseado no debe centrar su atención en “aborto o no aborto” sino, como cualquier tema de salud, en la prevención, es decir en la búsqueda activa de la eliminación de los factores de riesgo. Por lo tanto, el acceso a educación sexual y reproductiva, a mecanismos anticonceptivos y  preservativos, son fundamentales, pues dentro de las consecuencias de una sexualidad irresponsable también se encuentran un gran número de infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, la postura de los grupos conservadores “pro-vida” tampoco promueve la sexualidad responsable, jamás hemos visto alguna campaña en contra del aborto en la cual se entreguen condones y consejería sobre salud reproductiva.

El temor infundado por estos grupos bajo el argumento de “nuestra sociedad no está lista para que podamos decidir libremente”, del aumento de abortos que se producirían a causa de la despenalización, no se condice con la evidencia, pues ésta demuestra que la condición legal del aborto no modifica la necesidad de las mujeres a acceder a él, sólo afecta dramáticamente el acceso a un procedimiento seguro, generando una clara distinción socioeconómica, entre quienes pueden pagar una clínica y quien no, como cualquier derecho que queda bajo los arbitrios del mercado, en este caso clandestino.

Por otra parte, si bien los avances en el uso de anticonceptivos han producido una disminución de los embarazos no deseados, no han eliminado el acceso a un aborto seguro de las necesidades sanitarias, pues se aproxima que unas 33 millones de usuarias de anticonceptivos padecen un embarazo accidental cada año. No se propone el aborto como mecanismo anticonceptivo por los riesgos que tiene cualquier procedimiento médico o quirúrgico para el organismo, sólo se debe considerar que un aborto inseguro es una causa importante de mortalidad. Alrededor de 47.000 muertes anuales relacionadas con el embarazo se producen por complicaciones de éstos, y puede prevenirse mediante educación sexual, planificación de la maternidad y acceso garantizado al aborto en todos los casos. El acceso universal que garantice salud a mujeres y niñas es una cuestión de derecho a la vida, ¿Qué medida puede ser más “pro-vida” que proteger la salud física y mental de más de la mitad de la población?

La legalidad del aborto es un tema de salud pública, por lo que una u otra visión moral frente a ésta debiésemos guardarla para nuestra propia decisión de parir o no a un hijo no planificado, en la cual se deberían conjugar todas las condiciones para que podamos sentirnos dueñas de nuestros cuerpos y nuestro futuro, de nuestro proyecto de vida que no es por consecuencia lógica la maternidad.

La legislación actual sobre el aborto en Chile es una evidencia clara de violencia estructural patriarcal y muchas veces pareciese ser obra de una mano invisible, pero no, es fruto de decisiones políticas y de personas que hoy se arrogan la potestad de decidir sobre nuestras vidas. Por otra parte la violencia física y psicológica a la que se somete a niñas y mujeres se reproduce de forma macabra en el seno de la clase trabajadora, por lo que nuestra práctica política no puede estar disociada de lo que se produce en la intimidad de nuestros hogares y organizaciones.

Si bien una ley que despenalice y garantice el aborto no nos resguardará de las conductas aberrantes que permite y propicia el patriarcado al igual que el capitalismo, pues ninguna ley puede hacerlo, sólo la superación de estas estructuras de dominación que se expresan como dictadura estatal sobre nuestros cuerpos y vidas, sólo la construcción de una sociedad libre con pilares de solidaridad, cooperación y dignidad de mujeres y hombres de todas las edades. Sin embargo existen condiciones mínimas para avanzar contra la consolidación de la misoginia y es por esto que exigimos esas condiciones mínimas para decidir y no morir.

¡Educación sexual para decidir, 

Anticonceptivos para prevenir,

 Aborto legal para no morir!

ANTE LOS ÚLTIMOS HECHOS DE VIOLENCIA MACHISTA/ 8 de julio 2013

Ante los últimos hechos de violencia que han conmocionado al país LA ALZADA, Acción Feminista Libertaria manifiesta su posicionamiento de repulsa y denuncia ante la persistencia de una de las evidencias más virulentas de la discriminación por razón de género: la violencia contra las mujeres.

La lucha contra este tipo de violencia es uno de los desafíos más apremiantes de nuestra organización. Por ello, LA ALZADA reitera su firme compromiso de combate ante el maltrato machista en cualquiera de sus manifestaciones. Si bien, la violencia de género tiene distintas formas y expresiones tiene un sólo origen: el PATRIARCADO como sistema de dominación y opresión en base a la diferencia sexual.

Es por esta razón que no basta sólo con atacar el patriarcado si no somos capaces de generar y fomentar nuevas prácticas de NO–DOMINIO,de HORIZONTALIDAD y de relaciones NO–SEXISTAS. Tanto en lo público como en lo privado.

Deseamos destacar, no obstante, que no deseamos levantar juicios de valor ante la actuación de la madre de la niña de 11 años violada y embarazada, ya que su actuar es un síntoma más de lo hondo que cala el patriarcado en nuestra sociedad, que pone a las mujeres en contra de las mismas mujeres, naturalizando incluso los crímenes más espantosos a los que son sometidas. Llamamos así a la sororidad, especialmente ante esta niña que se ve obligada a mantener un embarazo no deseado y que pone en riesgo su salud.

La violencia contra las mujeres traspasa culturas, etnias y clases sociales. Toda la sociedad tiene la responsabilidad de actuar ante la violencia.

La violencia de género no es sólo de las mujeres, sino que también de hombres, transexuales, homosexuales, lesbianas y todas y todos quienes padezcan la opresión de género. Prueba de ello es el cruel ataque en contra de un joven de 19 años por su condición sexual, como también toda expresión de exclusión, hostigamiento y marginación que padecen quienes no se ajustan a la norma heterosexual.

La violencia de género seguirá impune mientras vivamos en un régimen capitalista que nos explota y aliena, desapareciendo cualquier lazo de solidaridad entre clase, la única forma de derribar el patriarcado es luchando también contra el capitalismo. Image

Declaración de La Alzada (AFL) en el marco de la jornada de protesta 26/6

Este 26 de Junio, las trabajadoras y trabajadores de Chile, junto con las y los estudiantes, volvemos a salir a la calle en el marco de una jornada de protesta nacional, para denunciar el sistema neoliberal que de manera sistemática nos mantiene en condiciones cada vez más intolerables de explotación, precarización y miseria. Condiciones que desde La Alzada (AFL), señalamos como producto de la actual estructura de dominación capitalista-patriarcal en Chile.

Nosotras y nosotros, las y los trabajadores del pueblo de Chile, representamos a la mayoría de la población del país, precarizada y explotada. Hemos presenciado cómo, a partir de la década de los 80s, se ha implementado e instalado un tipo de trabajo altamente precarizado, caracterizado por salarios de hambre, que nos mantienen en la miseria social, así como por una alta flexibilización y por la ausencia de un sistema de seguridad social que nos garantice salud, educación y vivienda digna y de calidad.

Constatamos que al interior de esta brutal realidad, somos, en particular, las mujeres trabajadoras las más explotadas y oprimidas, quienes ocupamos los empleos menos valorados socialmente como son todo tipo de servicios sociales y educación, y a la vez somos mayoritariamente las que engrosamos las filas de los trabajos subcontratados e informales, donde los derechos laborales quedan al voluntarismo de los patrones. Como si esto fuera poco, debemos cumplir la segunda jornada laboral al interior de nuestros hogares, realizando un trabajo no remunerado útil a la reproducción del sistema económico que nos oprime.

Además, la brutal injusticia y desigualdad neoliberal se expresa en la privatización y trasnacionalización de nuestros recursos naturales. El cobre, motor principal de la economía chilena, se encuentra en manos de capitales extranjeros, que explotan a los y las trabajadoras chilenas, a la vez que consagran en ganancias privadas el producto del trabajo y las materias primas del país. Mientras que las utilidades de CODELCO quedan en manos de la administración estatal que prioriza sus recursos en beneficio de la preservación del modelo, lejos de responder a las necesidades de los/las trabajadores/ras, a través de derechos sociales básicos como lo son la salud y educación.

Por otra parte, el sistema previsional de AFP representa una de las mayores reformas neoliberales en el capitalismo actual, ejemplo de la mercantilización de nuestros derechos y necesidades vitales. Este sistema de previsión social alberga prácticas sexistas y discriminatorias de género, particularmente contra las mujeres, en la medida en que someten nuestras pensiones a leyes de mercado, otorgándonos al final de nuestras vidas retribuciones aún más irrisorias que los hombres.

Finalmente, las y los estudiantes llevamos años exigiendo un cambio en cómo se entiende la educación, teniendo como demanda inmediata la educación universitaria gratuita, pero apostando a que ésta no es suficiente. De esta manera, se ha hecho necesaria la construcción de un nuevo proyecto educativo, para todas y todos, no sexista y decalidad. Estas demandas no han sido acogidas por la institucionalidad política, demostrando que la élite no cede en la defensa de sus intereses de clase.

En este contexto adquieren relevancia las reivindicaciones que nos convocan hoy a paralizar la producción, a protestar en las calles, a organizarnos. Como La Alzada (AFL) creemos que es central que nos unamos y avancemos en la construcción de una nueva sociedad bajo el alero de un proyecto revolucionario, que permita transformar las relaciones de dominación, patriarcales y capitalistas, a las que estamos sometidas y sometidos actualmente. Teniendo como un paso la obtención de estas demandas, buscando terminar con el modelo neoliberal heredado de la dictadura e impuesto por medio de la represión y el terrorismo de estado.

Saludamos sororalmente a todas las organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles, que convocan a esta movilización, y llamamos a que se sumen también las organizaciones clasistas feministas y de disidencia sexual, ya que reconocemos a la estructura patriarcal capitalista como el principal enemigo de la disidencia y la clase, entendiendo que tod@s somos parte de la situación de injusticia social y marginación.

¡Por un nuevo proyecto educativo público y no sexista!

¡Por la socialización de los recursos naturales! ¡Por la eliminación del sistema de AFP!

¡Avanzamos cuando nos organizamos, desde el Feminismo Libertario, construimos Revolución!

¡ARRIBA LAS Y LOS QUE LUCHAN!

¡OTRA MUJER MUERTA!… NO MÁS VIOLENCIA SEXISTA! 3 junio 2013

Hoy nuevamente los medios de comunicación hablan, en un tono de crónica roja, sobre la muerte de mujeres chilenas a causa de la violencia machista. Se monta el show sensacionalista, donde se busca impactarnos con detalles muchas veces morbosos sobre la forma en que ocurrieron los asesinatos, las declaraciones del hombre quien habla de celos e infidelidades, de los vecinos y familiares que no lo vieron venir, o sí, pero que hoy sólo se lamentan. Sólo escuchamos estas voces para luego caer nuevamente en la rutina de las campañas electorales, los goles de la última liga nacional e internacional y las condiciones climáticas del país. Es entonces cuando  la muerte de estas mujeres se transforma en un número más en alguna estadística del SERNAM,se transforman en un simple “crimen pasional”, en un simple delito, en un caso, en un reportaje más.

Nosotras decimos que estas muertes sí importan; importan porque nos hablan  que la violencia sexista es una realidad en la sociedad chilena, porque denuncia a nuestra sociedad incapaz de detener este lastre, porque nos enfrenta al desafío de transformar las relaciones y establecerlas en base a la horizontalidad y el no-dominio entre hombres y mujeres.

No es verdad que  el machismo está erradicado de la sociedad chilena, no es verdad que en esta sociedad hombres y mujeres somos iguales, no es verdad que el femicidio  es un tema privado y particular (“los problemas que tenían ellos como pareja”). Los femicidios son la expresión de un sistema de dominación que nos excluye como mujeres, es la manifestación de un orden social-histórico que perpetúa el poder masculino, es la prueba de que más allá de las causas o móviles particulares de cada asesinato, la violencia cotidiana y particularmente el femicidio, está relacionado con la violencia sexual en contra de las mujeres. ¡Es la forma de violencia más extrema contra nosotras!

Hoy estas muertes nos abofetean la cara y nos llaman a actuar, no nos quedemos con la crónica roja de Las Últimas Noticias y atrevámonos a luchar por un cambio en las relaciones de dominación. Que la violencia sexista no sea sólo parte de la agenda de grupos u organizaciones feministas. Ya que la opresión de género es un problema transversal a la sociedad, démosle cara desde todos los frentes y dejemos de pensar que éste es un conflicto accesorio a otras luchas más importantes.

 Porque sin revolución sexual, no hay revolución social….

 ¡Basta de Violencia sexista, basta de femicidios!

Declaración 1 de Mayo 2013

En una nueva conmemoración de los mártires de Chicago como “La Alzada, Acción Feminista Libertaria” declaramos:

En Chile, como en tantos lugares del mundo, la explotación de las trabajadoras y trabajadores permanece intacta. Quienes trabajan valen menos que las cosas que producen, a pesar de ser ellas y ellos quienes producen la riqueza, los privilegios y la buena vida de quienes día a día usurpan su trabajo. En una nueva conmemoración de los mártires de Chicago como “La Alzada, Acción Feminista Libertaria” declaramos que:

Son las y los trabajadores, quienes guardan la posibilidad de emancipación de la sociedad capitalista. Sin embargo, desde el feminismo libertario nos preguntamos; ¿Cuál es el lugar de quienes padecen y resisten la opresión de género en la emancipación de la sociedad capitalista? ¿Qué emancipación es posible cuando todavía las mujeres vivimos en el inquilinaje de los trabajos domésticos? ¿De qué revolución nos hablan si el único trabajo posible para nosotras las transexuales es la bestialidad del comercio sexual y la más brutal mercantilización del cuerpo? ¿Cómo vamos a emanciparnos si los homosexuales y las lesbianas todavía somos discriminadas/os, reprimidos y obligados en sistemas de dominación y jerarquía sexual hetero y homo-normativa en el trabajo y en el resto de la vida social?

Como feministas libertarias tenemos la convicción de que la abolición del trabajo capitalista sólo es posible si nos liberamos de la opresión de género. No debemos olvidar que la sociedad en la que vivimos es capitalista y patriarcal y es nuestro deber luchar para su destrucción y la construcción de una sociedad libertaria en todos sus niveles y sentidos.

El aporte del feminismo es mostrar, como dijo Julieta Kirkwood, que “el proyecto político popular propone al hombre el umbral de la libertad; para las mujeres, la libertad no termina de traspasar el umbral de la casa”.

Desde La Alzada reivindicamos las luchas sindicales de las trabajadoras y trabajadores, quienes constituyen ejemplos de organización y autodefensa. Los sindicatos de la izquierda clasista históricamente han dado una batalla concreta y cotidiana por frenar los avances del capitalismo, demostrando que al hacer efectivas huelgas y paros pueden poner en jaque al mercado y a la patronal.

Sin embargo, al interior del mundo sindical, y de las organizaciones sociales en general, se reproducen prácticas machistas, patriarcales y sexistas, donde tanto el espacio como el acceso a la participación sindical están sesgados por la opresión de género. Síntomas de aquello son: la hegemonía de dirigencias masculinas y la distribución de roles dentro de los sindicatos. Todo esto impide la participación activa de las mujeres en el sindicalismo, y se traduce en la invisibilización de las demandas de las trabajadoras, las cuales son postergadas y desplazadas a un segundo plano.

Una vez terminada la jornada laboral las mujeres debemos asumir el trabajo doméstico en nuestros hogares. Trabajo históricamente naturalizado; nosotras debemos lavar, barrer, cocinar, planchar todo el año, toda la vida, porque así lo dice nuestra cultura patriarcal. Frente a ello creemos que todas y todos quienes integran la familia debemos hacernos cargo de este trabajo, en el camino de su abolición como trabajo subsidiario de la explotación capitalista. Estamos en contra de la organización patriarcal de la sociedad en todas sus esferas.

Por la organización horizontal y solidaria en todos los ámbitos de la vida social. Luchamos contra el autoritarismo machista al interior de la familia, del trabajo y de la sociedad.

    ¡POR LA LIBERACIÓN DE LA OPRESIÓN DE GÉNERO, PARA LA ABOLICIÓN DEL TRABAJO CAPITALISTA!
¡NO A LA SUBCONTRATACIÓN! ¡NO MÁS AFP!
¡POR UN SALARIO MÍNIMO DIGNO! ¡POR LA SOCIALIZACIÓN DE NUESTROS RECURSOS NATURALES!
¡AVANZAMOS CUANDO NOS ORGANIZAMOS, DESDE EL FEMINISMO LIBERTARIO CONSTRUIMOS REVOLUCIÓN!